Cuando oímos eso de que la vida no es complicada, debemos creérnoslo. La verdad es que somos nosotros quienes lo complicamos todo. Son nuestras inseguridades, nuestra forma de ser lo que hace que todo vaya bien o mal. Una de las cosas más complicadas de la vida es saber si estamos actuando bien o mal. Hay gente que ni lo piensa porque así se libran de una batalla abierta con su moral. Otras personas, analizan todos o casi todos sus actos pasándolos por el filtro de la razón. Hasta ahora, las religiones han sido las que han decidido lo que está bien y lo que no, pero en mi opinión deberíamos hacernos cargo de ese arduo trabajo cada individuo por su cuenta. Con esto quiero decir que en vez de dejarnos caer en la simpleza de no hago esto porque dicen que está mal, deberíamos meditar porqué está mal. Muchas de las cosas que en nuestra sociedad no están bien vistas, moralmente no están mal. Es trabajo de todos (sociedades, religiones…) analizar todas nuestras costumbres, actos, pensamientos... y valorarlas desde la moral y la razón. Esto último es lo que hace que seamos más humanos y lo que nos diferencia de los animales, y en estos momentos no paro de oír que nos estamos deshumanizando.
Es una lástima que en los colegios no nos enseñen el pensamiento crítico, una de las cosas que más vamos a necesitar en nuestras vidas para evitar ser meras máquinas. Por mucho que cueste y por muchos baches que nos pongan en el camino, debemos luchar para no crear mentes muertas en nuestros descendientes. Yo misma pelearé para que mis hijos sean algo más que peones en manos de políticos a los que no les interesa más que su propia riqueza.